Las personas damos por hecho que las demás personas saben lo que nosotros pensamos, decimos que ellos saben que los queremos, que ellos saben que los odiamos, decimos que saben que nos gustan. Pero que pasa si un día te despiertas y nos damos cuenta de que todas esas suposiciones que nos hacíamos ciegamente solo eran eso: suposiciones.
Aveces la vida trae alegrías, aveces la misma vida trae consigo la muerte, y sin darnos cuenta al día siguiente podemos estarle dando el ultimo adiós a una persona. Y, aunque esa persona tan solo la hayamos conocido unos días, unos meces e incluso años duele. No duele el hecho de que la conocimos mucho o poco, pudimos conocerla toda nuestra vida, saber que le gustaba que no, o la pudimos conocer como esa persona que se sentaba en el escritorio de al lado, pero el tiempo que la conocimos nos duele.
La vida es tan frágil, tan efímera, tan delicada, que no la valoramos, hasta que vemos que otra persona la perdió. Y aveces tontamente esperamos de que entre por esa puerta vestido de su típica manera con sus típicos modales y verlo sentarse en el escritorio de al lado. Aveces una persona con sueños, con metas en su vida, con deseos que cumplir se va sin siquiera decir adiós, no por que no haya querido, si no por que no estuvimos ahí para despedirnos de esa persona.
Un adiós no es suficiente aveces. Las personas se acuerdan de ti mas cuando ya no estas, que cuando tienen tu presencia, yo en cambio puedo decir que te quise ni vendré ahora que ya no estas a decirte que te quiero mucho y que desde siempre te quise, por que nuestra relación fue diferente, no iré con las demás personas a llorar a un pedazo de piedra. Se que puede sonar frió e indiferente, pero yo llorare por tu partida una vez, y te recordare como lo que eres, una buena persona.